Citas Literarias


¿Sabes de qué están hechos los sueños?
¿Hechos? Sólo son sueños.
No. No lo son. La gente cree que no son reales porque no son materia, partículas. Son reales. Están hechos de puntos de vista, imágenes, recuerdos, juegos de palabras y esperanzas perdidas…

Neil Gaiman

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Me diste jacintos por primera vez hace un año; me llamaron «la chica de los jacintos».

-Pero cuando volvimos, tarde, del jardín de los jacintos,

tus brazos llenos y tu pelo mojado, no podía

hablar y me fallaban los ojos, no estaba ni

vivo ni muerto, ni sabía nada,

mirando en el corazón de la luz, el silencio.

Oed’ und leer das Meer (*)

TS Eliot. «La tierra baldía»

Cita que aparece al final de «Una investigación filosófica» de Philip Kerr

La imagen es de Horyon Lee

ROOM

Así, nosotros, si pulsásemos el botón de marcha rápida, veríamos pasar nuestras vidas en aquel tiempo feliz. El día sigue a la noche y ésta al día que apenas dura un par de segundos antes de sucumbir al siguiente anochecer. La autovía de circunvalación próxima al local es un hilo rojo sin fin, los árboles pierden las hojas poco antes de retoñar y florecer, para, a continuación amarillear de nuevo. Las grúas giran como aspas que devanan una tras otra las plantas de los edificios, hasta formar un ovillo rojizo. El viento que no permite a las nubes mantenerse en el encuadre más de un segundo barre las calles cambiando de ropa a los viandantes que pasan de la manga corta al abrigo en unos cuantos parpadeos. Y en el centro de todo está la habitación oscura, en cuyo interior se congela ese tiempo que afuera ha enloquecido….

LA HABITACIÓN OSCURA – ISAAC ROSA

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«Te quiero apasionadamente… y te quiero apaciblemente…
Puede que el amor eterno sea eso. Esta mezcla de paz y de fuego.

JULIE MAROH

vacance

Era un hotelucho pequeño en el que apenas había clientes. Durante la semana en que nos alojamos allí, sólo llegué a ver a dos o tres personas en el vestíbulo. Ignoro si se trataba de huéspedes, pero dado que en el panel de recepción faltaba siempre alguna llave, imagino que habría otros clientes. No muchos, pero sí unos pocos. Sería inconcebible que un hotel bien señalado en una gran ciudad, cuyo número recoge la guía telefónica, estuviera vacío. No obstante, esos otros clientes debían de ser terriblemente tímidos y silenciosos.

Haruki Murakami, “Baila, baila, baila.”

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