Prefiero a lo que miro lo que creo, (1)
porque la voluntad es generosa
y generoso y pródigo el deseo.
Y tú eres mi creación más prodigiosa,
milagro que repito a cada instante
ya incapaz de ocuparme en otra cosa.
Siempre cercana y siempre tan distante,
eres figuración de una quimera
si efímera, más íntima y constante.
Eres la imagen misma de la espera,
la víspera del gozo, y el anuncio
de una ficción más amplia y verdadera.
Como conjuro mágico, pronuncio
tu nombre en soledad, ritual de ausencia,
premonición a la que no renuncio.
Premonición feliz de la inminencia,
eres la realidad de mi deseo;
por eso cuando estoy en tu presencia
Prefiero lo que miro a lo que creo.
FRANCISCO CASTAÑO, «Ritual de ausencia», de su libro
«BREVE ESPLENDOR DE MAL DISTINTA LUMBRE» (2)
(1) Último verso del soneto de Quevedo:
Lisi, por duplicado ardiente Sirio
miras con guerra y muerte l’alma mía;
y en uno y otro sol abres el día,
influyendo en la luz dulce martirio.
Doctas sirenas en veneno tirio
con tus labios pronuncian melodía;
y en incendios de nieve hermosa y fría,
adora primaveras mi delirio.
Amo y no espero, porque adoro amando;
ni mancha al amor puro mi deseo,
que cortés vive y muere idolatrando.
Lo que conozco y no lo que poseo
sigo, sin presumir méritos, cuando
prefiero a lo que miro lo que creo.
(2) Verso de Góngora, de su obra «SOLEDAD PRIMERA»